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lunes, 16 de junio de 2014

EN ESCENA…


En un intento por vender su anillo ella recurrió al taller del orfebre sin saber que en su camino se toparía con el hombre que le cambiaría la vida y el destino de su matrimonio.

Por: Milagros Choque Chura
Cercado
choquemilagros@gmail.com

CERCADO. La obra estuvo armada con diferentes elementos que ayudaron a su personificación


Un teatro que empezaba a  llenarse poco a poco. Era el ruido de las murmuraciones y las bolsitas de “canchita” lo único que se podía escuchar adentro. Algunos observaban los alrededores y aguardaban a que abran el telón. Afuera, las personas caminaban dirigiéndose a cualquier lugar menos al teatro municipal. Dos jóvenes que tenían volantes en la mano les extendían uno de ellos, con la oportunidad de animarlos a ver la función. Cuando alguien ingresaba se le entregaba un papel con la información de la agrupación que realizaba el evento.

Las luces se apagaron y lo primero que se escuchó después de diez segundos fue el grito de un joven del auditorio guiado por su euforia. Brevemente después una voz masculina presentó la obra y una pequeña síntesis de la realización del evento. Las personas que se ponían cómodos en los asientos fueron dejando de lado cualquier distracción para observar la primera presentación de la obra “El taller del orfebre”, escrita por Juan Pablo II. Las luces poco apoco se fueron encendiendo haciendo la apariencia de un bello amanecer.

El acto comenzó. Se ponen en escena un hombre y una mujer, ellos son una pareja que recuerdan el día en que él le pide matrimonio a ella y cómo deciden unir sus lazos en una ceremonia sagrada. El escenario está formado por un colgador donde se encuentra un vestido de bodas, blanco (símbolo de pureza), una mesa, encima de ella un espejo, dos sillas (primer escenario), un mostrador de joyas, una puerta (segundo escenario), un sillón para seis  personas y una mesita de sala (tercer escenario).

La mujer agarra un velo y empieza a cocer, mientras que va contándole a su marido lo que pasa con la familia de su futura nuera. Esta familia tiene sus propios problemas y todo gira en torno  a su matrimonio, las luces se disipan y todo queda en oscuridad, se escuchan los aplausos del público y luego un silencio que sabe a curiosidad.

EL ORFEBRE, UNA LÁMPARA Y UNA VIDA NUEVA

 Jesús suele limpiar tus lágrimas 
en el momento preciso
La luz vuelve a iluminar los rostros de quienes atentos siguen esta historia. Esta vez es la oportunidad del orfebre. Es un señor de edad quien se hace presente luego de abrir la puerta y salir para atender su negocio. Una mujer al parecer acomodada, por la forma en que vestía, llega a su puesto y habiendo perdido toda esperanza en su matrimonio decide vender su anillo de bodas. Le entrega la joya al dueño del establecimiento. Él lo mira y le dice que el objeto no vale nada por sí solo, a menos que traiga también el otro, entonces recién tendría valor. Ella se va triste. No puede contener las lágrimas y se pone a llorar. Un joven delgado le ofrece su pañuelo y le limpia el rostro, él es Jesús.

La mujer no sabe quién es y a lo mejor muchas de las personas del público tampoco lo sabían, esas que observaron la obra gracias a la invitación de alguien. En nuestras vidas sucede lo mismo decimos ser católicos y sin embargo le echamos la culpa a la sociedad de nuestro actuar, desconocemos a Jesús sin saber que él está allí esperándote.

Al público le brilló los ojos ese tipo de escenas conmovedoras (lo observé en sus rostros), ojalá le brillara también el corazón para perdonar a su prójimo como lo hizo la mujer casi al final de la obra con su esposo y así salvó su matrimonio.

Perdí la cuenta de cuántas veces se prendió y apagó las luces para dar paso a una nueva escena. Te puedo contar esta historia echa teatro pero sé que tú lo debes saber mejor que yo, pues puede ser tu realidad o la de un amigo que te contó una situación similar. Juan Pablo II no hizo más que retratar en las líneas de su obra la vida de una pareja actual o de hace años, casi no ha variado.

Sigo observando la obra atentamente a punto de conmoverme, cuando siento una mano pequeña y suave que me agarra la chompa. Es un niño que está vendiendo golosinas, seguro mandado por su madre o padre pero sobre todo por la necesidad. No le compro nada, cuento con dinero, pero hay algo que impide que saque las monedas de mi bolsillo para darle, creo que es mi tristeza mezclada con la indignación y ahora convertida en cólera.

Siento que hice mal en no comprarle nada, pero luego mis pensamientos se desvanecen para seguir concentrándome en la obra. El niño se retira y se va por otros asientos. Entra una pareja de jóvenes que tienen dificultades. El problema gira en torno a la familia de la chica, donde su padre es un alcohólico y su madre una mujer que sufre las agresiones emocionales de su marido. En este caso el chico es el que da soluciones para salvar la relación y tras una larga conversación él decide proponerle casarse. Ella quien al comienzo se emociona  luego se transforma en la chica problemas y lo ve imposible. El temor aquí se convierte en un factor importante, pues la jovencita siente que cuando pasen los años se convertirá como su madre, una mujer abandonada y sufrida. El chico le habla que a pesar de todo el la seguirá amando. Ella queda convencida y una vez más se apaga las luces.

La esposa que anteriormente estaba decidida a vender su anillo, ahora estaba dispuesta a perdonar. Las palabras edificantes de Jesús fueron claves en la obra, con el mensaje de la parábola de las vírgenes.

Comenzó a las 19 horas y culminó a 20 horas
La obra no pudo terminar mejor con la reconciliación de toda la familia y la noticia de la boda de los jóvenes. Este es un duro retrato de lo que podemos observar o escuchar. Está en tus manos decidir ser parte de una de las realidades o simplemente ser parte de la nada. La obra ha culminado pero tu drama continúa día a día.

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