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sábado, 14 de junio de 2014

SOLAS EN LLAMAS
VIVIR EN CONDICIONES PRECARIAS Y APUNTO DE PERDERLO TODO HACE PENSAR QUE LA VIDA ES MÁS IMPORTANTE QUE CUALQUIER OTRA COSA

Por: Milagros Choque Chura
Cercado
choquemilagros@gmail.com
Villa María del Triunfo. Epifania Chura radicaba en este lugar cuando recién se comenzaba a poblar

En el año 1985, Epifania Chura Mamani tenía 20 años, ella es natural de Moquegua pero radicaba en Lima. Tenía dos niñas, una de cuatro, Gisela Carbajal y otra de un año, Alexandra.


Todas las mañanas salía a vender verduras al mercado de la Parada para ganarse la vida y unas cuantas monedas que apenas le alcanzaban para comer y comprar la leche para la menor de sus hijas.
Los vecinos la mayoría de ocasiones se muestran
 solidarios para ayudar a apagar un incendio.

Aquel martes 23 de agosto de 1985 se levantó a las 4:00 horas para ir al mercado, dejó la comida preparada y se dirigió  a su trabajo acomodándose el abrigo para esperar una combi.

A las 6:00 horas cuando las pequeñas se levantaron, Gisela sacó el fósforo de la cajita donde lo guardaba su mamá y empezó a prender la cocina a Kerosene, luego puso la olla encima y bombeó para que calentara rápido. Como Alexandra lloraba de hambre, su hermana se desesperó y bombeó con más fuerza. Bombeó tanto que hizo que la cocina se inflamara y saliera una enorme llama. Llena de temor se dirigió a traer agua, pero por el nerviosismo de la niña se tropezó e hizo caer la cocina junto a la olla.

El fuego se expandió por la casa que estaba construida rústicamente por esteras y cartones. Rápidamente sacó  a su hermanita de la casa y corrió a pedir ayuda a la vecina más cercana. La señora tuvo que traducir las palabras mal pronunciadas de Gisela - ¡chichiu! Casa chiu, casa chiu, quema mana- la vecina que preocupada observó la casa-¡Ay! ¡La casa se quema!

Al cabo de un rato, puso a salvo a las niñas y llevó dos baldes de agua en ambos miembros para apagar el fuego y lanzó un gritó para alertar a los otros vecinos. Los que escucharon se apresuraron a llegar con agua y tierra hasta que el fuego quedó sofocado.

SIN MUCHOS DAÑOS MATERIALES

Cuando ya se acabó el fuego por completo, los vecinos se miraron y se preguntaban las causas del incendio de pequeñas proporciones, luego decidieron entrar en la casa para ver los daños materiales. Afortunadamente no hubo muchos por que las llamas fueron atajadas por los costales de arena que tenían dentro de la casa.

Arriba en la foto. Gisela Carbajal 
cuando tenía dos años
La vecina que se llamaba Laurencia dejó que las niñas se quedaran hasta que llegara su mamá.

Cuando ya eran las 16.00 horas Epifania llegó y entró a su casa, sintió un olor  a humo y vio la arena por todos lados, buscó a sus hijas y no estaban. Le entró una angustia y corrió en dirección a la casa de Laurencia, que es la más cercana. La vecina que salió al primer toque de puerta la hizo pasar y le contó lo sucedido.

Epifania se conmovió y derramó unas lágrimas que fueron saliendo a medida que su hija Gisela se asomaba por detrás de la vecina, corrió hacia ella y la abrazó con fuerza, luego besó a las dos pequeñas. La vecina que había reflexionado sobre lo sucedido le pidió quedarse con las niñas mientras ella iba a vender al mercado- además que me hacen compañía, míreme tengo 54 años- Epifania aceptó contentísima y le agradeció por el favor.

Salió de la casa de Laurencia con la más pequeña en su regazo y la otra de la mano y se dirigió para acomodar lo que las llamas hubieran podido acabar de consumir ese día. 

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